Los azudes de los molinos de harina volvieron a rebosar. Imposible pasar de una orilla a otra. La lluvia caía espaciada y fina, aunque a ratos, de pronto, la tormenta limpiaba de un plumazo las calles con una fuerte descarga. Las fachadas de las casas presentaban sus primeros desconchones ante tanta insistencia del agua golpeando contra sus muros. Los recién inaugurados tanques de lluvias empezaban a llenarse. El cielo encapotado mantenía a raya las placas solares para calentar el agua y generar electricidad. El sol, tímido, intentaba asomarse un poco y vencer a las nubes negras que hacían por defenderse. Los campos volvían a mostrar el verdor incipiente de la abundancia. Las malas hierbas crecían de forma asalvajada con algunas que otras florecillas amarillas.

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Periodista del diario ABC desde 1989. Alumno becado por el Foreign Office en Londres, fue profesor de Opinión Pública en el Instituto Europeo de Estudios Superiores de Madrid