A veces los propios periodistas, jóvenes y no tan jóvenes, caemos en la trampa de afirmar que «la juventud ya no lee prensa en papel». Puede que haya algo de cierto en esa idea tan extendida. Ahí están los datos, y la caída de venta de las principales cabeceras nacionales y provinciales es evidente. También cierran los quioscos, dificultando el acceso a la prensa. Pero lo cierto es que cuando decimos que «la juventud ya no lee», en el fondo no pensamos en índices de lecturas ni en el Estudio General de Medios ni en estadísticas de cierre de puntos de ventas, sino que estamos culpándola y atribuyéndole una falta de interés hacia lo que nosotros, los periodistas, que por supuesto tenemos una visión amplia de la sociedad, creemos que suscita interés y es noticiable.
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