Donde antes hubo un alcorque con un árbol en la Plaza del Derribo, solo quedó el alcorque. Y, ahora, ni eso. Se tapó con ladrillos y no se repuso el naranjo. Además de la función ornamental, el árbol impedía que los vehículos estacionasen encima de la acera. En el resto de la calle lo impiden los bolardos. Ahora los coches aparcan sin ningún tipo de problema en una zona de tránsito peatonal.

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