El Museo de Alcalá ha cumplido dieciocho años y para celebrar su mayoría de edad le han prometido un nuevo proyecto de rehabilitación del edificio anexo como lugar donde poder ampliar su espacio de exposición. No tendría que haber esperado a los dieciocho el Museo para hacerse merecedor de tal regalo, pues al segundo año de vida ya había demostrado su mayoría de edad con el trabajo y el buen criterio que luego, año tras año, no ha hecho más que confirmar. Criterio propio de una mayoría de edad que otros con más años que un bosque todavía no han alcanzado. Y es que la cuestión de la mayoría de edad tendría que ser un asunto individual; según el grado de madurez demostrado en la asunción de las responsabilidades acordes a las distintas etapas de desarrollo, así subiría o bajaría el listón de acceso a la ciudadanía de pleno derecho.
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