Los siervos a los que vengo a referirme en mis palabras de hoy no son aquellos que sufrieron la esclavitud en otras épocas más o menos remotas, y contra los que todo le estaba permitido al señor. «Los esclavos también son hombres; han mamado la misma leche que nosotros, aunque un triste destino los abrume», clamaba Petronius Arbiter.
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