Nací en Larache (Marruecos), todo un privilegio. En aquel tiempo las tres culturas predominantes (musulmana, judía y cristiana) convivían en la ciudad de forma respetuosa y pacífica. En Larache siempre había alguna fiesta y, a menudo, se solapaban unas con otras. Todo el mundo participaba, de modo que los turrones, en Navidad, se compartían con los vecinos judíos o con los musulmanes y ellos, a su vez, nos invitaban a tortas y a dulces tradicionales. Las bodas, bautizos o entierros de unos y de otros nos reunían a todos y nos mezclaban. Las mezquitas llamaban a la oración y las campanas de las iglesias convocaban a misa.

CONTENIDO EXCLUSIVO

Hazte socio. Si ya lo eres y aún no tienes claves pídelas a socios@lavozdealcala.com

Si ya eres socio inicia sesión

Escritora y columnista de La Voz de Alcalá.