La Revolución francesa atacó el entramado institucional de la sociedad feudal. En ella, nobleza y clero acaparaban la riqueza y el poder. La inmensa mayoría de la población, el «tercer estado», estaba a su servicio. La Revolución proclamó que todos los hombres nacen libres e iguales, dotados de derechos que consideraban «naturales» porque su existencia no dependía de ser reconocidos por la ley. A esta idea se opone la de derecho «positivo», según la cual solo existen los derechos que establece la ley de forma expresa.
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