Múltiples significados, todos negativos, se reúnen en la palabra miseria: la pobreza, la desdicha, la privación, las taras morales, la tacañería. Todo lo que es propio de los míseros y de los miserables. Como en los viejos diccionarios, añadamos un ejemplo de uso: «España, esencialmente, ha sido un país exportador de miseria, materialmente y espiritualmente hablando». ¿Cómo se quedan? Exportamos miseria. Ni el aceite ni las naranjas, ni el chupachup ni la fregona nos salvan de sembrar por el mundo desgracias, necesidad y sordidez. Es nuestra condición esencial.

La frase es de Quim Torra, Muy pero que Muy Honorable President de la Generalitat catalana. Sinceramente, si yo pensara así y no fuese también un miserable, defendería la castración general de los españoles en beneficio de la humanidad. Pero, señor Torra, creo que como condenados al exterminio, debería concedernos la expresión de nuestra última voluntad. Por mi parte lo que le pediría es que pruebe usted la morcilla de Benaocaz, verdadero legado espiritual de España al mundo, o que lea El Quijote en la lengua en que fue escrito, tesoro físico y corpóreo, material como una piedra, que perdurará más allá que las pirámides de Egipto. Entiendo que emprender la lectura de un texto en castellano de semejante amplitud (mental) no esté dentro de sus estrechísimas posibilidades. Pero que le den morcilla, señor Torra. Lo de Benaocaz no se lo pierda. Un éxtasis que podría producir en usted una mejora espiritual perdurable. Es lo que le deseo. Que le den morcilla.

Soy filólogo y profesor jubilado de Secundaria. Ejercí muchos años en el «Cristóbal de Monroy». Participé en la reunión fundacional de La Voz de Alcalá y colaboro en este periódico desde 2006....

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