A la hora de la verdad, los precios extraordinarios de los que se habló en un principio quedaron en agua de borrajas, según nos asegura Rogelio. El resultado final quedó en que la pieza de pan había que venderla a precio de mercado, olvidando los amplísimos márgenes ofertados. Del alto porcentaje de ganancias con el que se ilusionó a los panaderos en un primer momento, no quedó ni el rastro. No es que salieran perdiendo, pero tampoco merecía la pena realizar tanto esfuerzo para tan poco beneficio. Los panaderos alcalareños se sintieron cogidos en una trampa.

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Francisco López Pérez, maestro de Educación Primaria, licenciado en Geografía e Historia, colaborador habitual en la presa local alcalareña.