En un rincón del extremo suroeste del término municipal de Mairena del Alcor, a pocos metros aguas arriba de la junta de los ríos (así llamaban los areneros de Hilario a la confluencia del Salado en el Guadaíra), se encuentra el emplazamiento del molino de San Pedro.
Los alcalareños lo tuvimos como otro molino más de nuestro término municipal, sin que fuera exactamente así. Pero no faltaron razones para esta confusión.
Se trata de un edificio molinero construido en el cauce del Guadaíra  hacia el siglo XV, que sigue el patrón mudéjar de los demás. Dispone de un azud capaz de retener mayor cantidad de agua que cualquiera de los diez existentes en el término municipal de Alcalá. Eso fue posible porque por encima de él no hubo otro molino al que estorbase el agua embalsada. La proximidad de los azudes alcalareños y la suave pendiente del lecho del río impidieron dar mayor altura a las presas.
San Pedro, queda a la margen derecha, como es común en los azudes del Guadaíra cuando sólo surten a un molino. Este azud, como la mayoría de ellos, no es lugar de tránsito. Aguas abajo, por el fuerte control que ejerce en la corriente, encontramos un vado seguro, salvo en las grandes riadas.
Según testimonio de los que lo conocieron en pleno funcionamiento, San Pedro era el molino más rentable de todos los del Guadaíra, precisamente por la cantidad de agua disponible. Al mismo tiempo consideraban muy complicado y peligroso trabajar en él, por las grandes riadas que sufría en época de lluvias y su lejanía respecto a Mairena. Decían que era el más trabajoso.
Era el molino menos apropiado para molineros mayores, por necesitar mucha mano de obra, pero ideal para varios molineros jóvenes con ganas de trabajar mucho.

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Francisco López Pérez, maestro de Educación Primaria, licenciado en Geografía e Historia, colaborador habitual en la presa local alcalareña.