En la década de 1960 la presencia de los quioscos en las calles era una realidad que venía de lejos, pero a lo largo del tiempo trascurrido de entonces acá, los cambios experimentados por estos establecimientos callejeros han desembocado en una realidad completamente diferente. Por lo general se trataba de habitáculos poco consistentes, construidos con materiales ligeros (madera y chapa). Algunos empezaron siendo puestos callejeros móviles (carritos de chucherías) como el famoso del Cote, en la callejuela Monroy: simples carritos de pipas, caramelos y avellanas poco a poco terminaban convertidos en quioscos.
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