Actualmente, tener pan duro en casa es como no tener pan, pero qué hacer con eso, es otra cosa. Como disciplinados «recicladores», lo más probable es que lo mandemos al contenedor de los residuos orgánicos. Sin embargo, no hace tanto tiempo, hubiéramos actuado de manera muy diferente. 

Cuando el pan tenía la máxima importancia en la dieta diaria de nuestras casas, era tan valioso, que se aprovechaba hasta el risco más duro y pequeño que hubiera quedado, y se echaban en el café hasta las migas que iban quedando en el fondo de la talega.

No siempre resultaba posible adquirir a diario pan tierno, por eso se procuraba que se endureciera poco a poco. Muchas familias amasaban su propio pan en casa, una o dos veces por semana. El amasijo proporcionaba pan para varios días, de ahí la importancia de evitar si endurecimiento rápido. Alcalá era una excepción, pues, gracias a los diferentes amasijos de las panaderías, a cualquier hora había pan calentito disponible.

En todas las casas encontramos un lugar fijo donde se colgaba la talega, la cestita o el canasto dedicado exclusivamente para el pan. Poderlo mantener a salvo de las hormigas, suponía una lucha constante. A veces se colgaba de un gancho o alcayata gitana.

En el proceso de endurecimiento se distinguían varias etapas: el pan calentito (recién hecho), verdadero regalo al paladar; el pan tierno, ya estaba frío; el pan asentado, comenzaba a ponerse recio, y se utilizaba mucho para las comidas de pan; el pan duro tenía muchas utilidades, migarlo en el café, por ejemplo; los riscos, trozos de pan sobrado y durísimo, se molían o se les remojaban a las gallinas del corral, mezclados con la cabezuela. En cada uno de los momentos se le encontraba utilidades propias.

Metido en una orza de barro y tapado, se endurecía más lentamente. A su vez, la orza se colocaba en un plato con agua, para hacer imposible que las hormigas accedieran al interior. Esto ocurría mucho en el campo.

Hazte socio de La Voz de Alcalá

Francisco López Pérez, maestro de Educación Primaria, licenciado en Geografía e Historia, colaborador habitual en la presa local alcalareña.

Deja un comentario