No tienen vergüenza. Por eso Núñez Feijóo, como antes hiciera Pablo Casado, considera que la guerra que asoló España entre 1936 y 1939 fue una simple pelea entre abuelos. Es menester citarlos en su literalidad para medir en su justa medida el volumen de simplezas en boca de los presidenciables. Así, si para uno «hace 80 años nuestros abuelos y bisabuelos se pelearon»; para el otro, «los de izquierdas son unos carcas, todo el día con la fosa de no sé quién y la guerra del abuelo». Y es necesario analizarlo porque esta imagen de los abuelos que se mataron, como si hubieran tenido un mal entendido durante una partida de dominó, puede resultar más reconfortante que decir la verdad, pero limita la compresión del pasado en virtud de aquello que oculta. Y, a mayor abundancia, esta metáfora de los abuelos que se mataron –pongamos ahora por un malentendido en una partida de parchís–, resulta cómoda pero culpable de la amnesia colectiva, el olvido de las causas y quiénes fueran los responsables de la guerra civil.

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