Es posible que lo mejor de las pasadas elecciones a la Comunidad de Madrid fuera poner sobre el tapete el uso absolutamente espurio que la derecha española suele hacer de la palabra libertad. Una derecha que se autodefine como liberal-conservadora, incurriendo así en una contradicción esencial pues radica en una perversión de los conceptos. Provoca incluso una cierta comicidad si no fuese por la severidad de los efectos. Porque, en pocas palabras, se trata de una defensa de «la libertad pero dentro de un orden». Esto es, radicalmente opuesta a cualquier avance democrático, considerado origen del desorden social.
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