Que el mundo fue y será una porquería ya lo dijo Enrique Santos mejor que nadie. Pero ni en los más tristes de los tangos cabía imaginar que el siglo XXI fuera camino de ser igual o peor que el siglo XX, que fuéramos a comprobar en directo la maldad aberrante de los hombres. Son tantas las maldades, las formas en que el sufrimiento se manifiesta en nuestras vidas, desde la matanza diaria de niños palestinos en Gaza a la respuesta racista contra un centenar de refugiados de tus vecinos, por ejemplo, que cada vez quedan menos motivos para el optimismo.

CONTENIDO EXCLUSIVO

Hazte socio. Si ya lo eres y aún no tienes claves pídelas a [email protected]

Si ya eres socio inicia sesión