La lista de vergüenzas históricas es universal. Pero conviene por dignidad conocer las propias, aun cuando las vergüenzas de los demás países fueran mayores. No siempre es fácil ni quizás sea necesario presentarlas como una enseñanza per se protectora ante posibles barbaries en el futuro. A lo sumo, pudiera servir la adquisición de criterios para posicionamientos éticos respecto al pasado como condición de posibilidad para fundamentar proyectos democráticos.

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