De todos los infortunios que afligen a la izquierda, el más amargo de todos es, sin duda, el de la coherencia. Entendida esta como una prueba de honradez en la conducta bajo un ideal de ejemplaridad que de tan inalcanzable resulta cruel e injusta. Así, verbigracia, muchos confunden la sensibilidad hacia las injusticias con llevar una vida como la de los monjes con sus mortificaciones. En consecuencia, infectado por esa carcoma, presuponen que ser de izquierdas conlleva estar sometidos al voto de pobreza como única garantía de compromiso a los principios.

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