Es cosa sabida y tal vez olvidada de puro saberse que en España la calle nunca ha sido de todos. Por ejemplo, la omnipresencia de símbolos religiosos católicos (cristos, vírgenes…) en la vía pública de nuestros pueblos es privilegio de una iglesia, a la par que humillación del Estado que dice salvaguardar los derechos de todos, religiosos y ateos.

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