Vista trasera del antiguo convento de San Francisco. Lva

Cuando alguien de fuera visita Alcalá, comprueba que, exceptuando las ruinas del castillo y los molinos, quedan pocos edificios o enseres que tengan más de cien años. Tal escasez de patrimonio histórico-artístico se suele atribuir a la salvaje quema de iglesias de julio de 1936. Y aunque eso es en parte cierto, también lo es que la cosa viene de antiguo. Es decir, el patrimonio se empezó a destruir mucho antes. Es el propósito de estas líneas recordar algunos de los acontecimientos que contribuyeron al deterioro y pérdida de nuestro patrimonio.

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