No soy muy amiga de ellas, pero son inevitables y es curioso cómo impera en todas ellas lo llamado «políticamente correcto» y sobre todo el «buenismo».
Temas de profundo calado, como la inmigración, la pandemia y la gestión de nuestro gobierno, por ejemplo, son tratados en las redes de manera singular, sin un mínimo análisis crítico, y en el momento en que opinas de diferente manera y discrepas de la mayoría, te llueven comentarios groseros, que además entran en el terreno personal, de gente que no conoces, que no sabes quienes son. El calificativo más común es el de «facha», muy generalizado. Y así llegamos a la supremacía moral de la izquierda, la idealización de nuestra II República y el pensamiento único. Porque de eso se trata, todo lo que venga de la izquierda es bueno y no se cuestiona.

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