Los pueblos no son cultos o ignorantes: son los ciudadanos, cada individuo, cada persona, los que son más o menos cultos. Los países solo pueden distinguirse por el número de ciudadanos cultos que los contengan. La palabra cultura es confusa (polisémica): los expertos sociales la usan e identifican como distinta a la erudición, –esa que valoramos en los programas de TV, como «saber y ganar» y tantos otros–. Tampoco el significado académico, que los antropólogos usan para identificar las costumbres de los diversos pueblos.
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