Llegó al principio como con dudas, asomándose insegura por las mansardas de la atmósfera. Parecía temer que nos hubiésemos olvidado de ella tanto que le negásemos la entrada como quien se quita de encima a un extraño. Pero dio el paso y entró en silencio, despaciosa, pasando sus dedos fríos lentamente por todas las cosas y por cada rincón de la vieja finca. No nos costó reconocerla. Era la de antes, la misma lluvia mansa y fresca que en los otoños de hace mucho llegaba puntual con la alegría comedida de siempre, la misma dicha serena de la vieja amiga.

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Licenciado en Historia en la Universidad de Sevilla. Profesor de Lengua y Literatura, Geografía e Historia en Secundaria y Bachillerato. Lector atento de lo de aquí para llegar desde lo cercano hasta...