Caminábamos adultos y niños hacia el parque, buscábamos un paseo que sosegara el ánimo revuelto y achicado que traen consigo los domingos cuando empieza a morir la tarde. Lo hacíamos despacio, pero a ese paso los niños aguantan poco y su energía les lleva a correr, a trepar y saltar, a adelantarse y volver. Así que mejor reunirlos en torno a un juego en que ellos mismos se controlen que intentar refrenar su brío. ¿Al pilla-pilla? Pues al pilla-pilla, hala.

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Licenciado en Historia en la Universidad de Sevilla. Profesor de Lengua y Literatura, Geografía e Historia en Secundaria y Bachillerato. Lector atento de lo de aquí para llegar desde lo cercano hasta...