Una espesa niebla se instaló en Alcalá. Ya, en la víspera, las gotitas minúsculas de agua en suspensión habían dado un susto y costaba no solamente a los coches circular, si no también a los peatones. Pero la de ahora era aún más densa. Las casas de los okupas que degradan los barrios apenas se distinguían. Las nubes bajas ahogaban los gritos desesperados de los vecinos hartos de tanta permisividad, como si ellos tuvieran que arrostrar de por vida la falta de viviendas sociales. También la niebla había tapado el cainismo municipal de decenas de obras hechas a toda prisa para agotar el dinero llovido de Bruselas antes del calendario electoral.

CONTENIDO EXCLUSIVO

Hazte socio. Si ya lo eres y aún no tienes claves pídelas a socios@lavozdealcala.com

Si ya eres socio inicia sesión

Periodista del diario ABC desde 1989. Alumno becado por el Foreign Office en Londres, fue profesor de Opinión Pública en el Instituto Europeo de Estudios Superiores de Madrid