El día plomizo, gris naranja, a punto de llover Nesquik, no invitaba al paseo habitual por las riberas del río. Ahora, una lluvia fina, más tarde, un sol tímido entre las nubes que apenas duraba. Pero la sorpresa estaba garantizada. Después de casi cinco años de sequía, mirando todos los días al cielo en busca del milagro que diera esperanza a nuestros campos, por fin estaban las azudas rebosando agua. Lo que antes era una normalidad, cruzar de orilla a orilla a través de esas pequeñas represas al lado de nuestros molinos, estos días no ha sido posible. Un torrente fuerte, una corriente potente de agua, un chocolate también poco espeso como el de la calima, se movía por el Guadaíra.

CONTENIDO EXCLUSIVO

Hazte socio. Si ya lo eres y aún no tienes claves pídelas a socios@lavozdealcala.com

Si ya eres socio inicia sesión

Periodista del diario ABC desde 1989. Alumno becado por el Foreign Office en Londres, fue profesor de Opinión Pública en el Instituto Europeo de Estudios Superiores de Madrid