En el invierno de 2013 escribí en este periódico El sueño de don Antonio. En el texto el anterior alcalde sufría una pesadilla en el AVE que lo llevaba a Madrid: al creer pisar el suelo de granito de la Carrera de San Jerónimo, se vio de pronto pisando los ladrillos de taco de la alcalareña Cuesta del Águila.
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