Hace tiempo que me siento marciana porque los valores con los que crecí y en los que yo creía se han ido descuajaringando y creo que no soy la única en sentirse así. A nuestra generación, la de los babyboomers, nos enseñaron desde que tuvimos uso de razón que la honradez y el esfuerzo eran los pivotes sobre los que tendríamos que levantar el edificio de nuestras vidas. Nos aplicábamos en la escuela, en el instituto y en la universidad como soldados disciplinados. Nos permitíamos muy pocas juergas o ninguna. Teníamos que estudiar y sacar el curso con las mejores notas posibles para no defraudar a nuestros padres, quienes, a su vez, se sacrificaban por nosotros…

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Escritora y columnista de La Voz de Alcalá.