Si echamos la vista hacia atrás, pero bastante más atrás de la extinción, por acoso y derribo, de la oprobiosa, o sea, desde el final de la Guerra Civil hasta hoy, veremos que de todos los alcaldes que hemos tenido, dos son los que destacan por su incidencia en el tejido urbano de nuestra ciudad. Ojo, que no quiero decir que los demás no hayan aportado cada uno su granito de arena a la prosperidad de Alcalá, o a lo menos a su subsistencia, desde el primero al último, porque todos habrán contribuido mejor o peor, y según su leal saber y entender, al bien común.  Tampoco digo que los dos que citaré a continuación estén libres de polvo y paja, y limpios de todo pecado, mortal o venial. No, pero sí que estos dos son los que en cuyos mandatos más se ha transformado Alcalá en cuanto a obra pública se refiere. 

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