A principios de mes vi una foto del vestíbulo del Teatro Riberas del Guadaíra. Estaba tomada desde arriba, un plano picado que el fotógrafo oficial (uno de tantos) había realizado hábilmente desde la pasarela sobre las puertas de acceso. Pensé por un momento que se trataba de una boda. La disposición de una alfombra roja trazando un pasillo, con sendas filas de asientos a los lados, daba la impresión de que era una ceremonia nupcial. También ayudaba el exorno floral y otros elementos de atrezo a los que nos tiene acostumbrado el responsable municipal de protocolo. Las personas presentes iban de gala, predominaba el azul formal de los trajes y los cortes elegantes. Me pareció muy original la propuesta. Incluso me entraron ganas de casarme de nuevo. Pero se me pasó pronto.

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