«Me han dicho que el amarillo está maldito pa’ los artistas, y ese color, sin embargo, es gloria bendita para los cadistas. Que aunque reciben a cambio todo un calvario de decepciones, de amarillo se pintan la cara, amarillo son sus corazones». Así arranca el himno oficioso del Cádiz que el gran chirigotero Manolito Santander llevó con su familia Pepperoni desde las tablas del Teatro Falla a las gradas del Carranza, ahora Nuevo Mirandilla.

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