Pasamos por Canalejas y Méndez para ver el desfile de Carnaval en la calle Mairena. Una chica salió del nº 4 y nos saludó. Miré hacia arriba y me vi en el balcón recién llegada a la ciudad, aquel abril de 1971, a lomos de un seita, cuando no se podía viajar a Rusia.
Desde allí escuchaba por la mañana bien temprano a las muchachas camino de los almacenes, a los panaderos que se paraban en el bar de la espiga a tomar un ligaito y a los repartidores con el isocarro.
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