A primeros de abril el gobierno entregó a los grupos políticos el anteproyecto de las cuentas municipales para este año. Las principales cifras no son nada halagüeñas: caen los ingresos municipales, y el montante total de las cuentas públicas locales se reduce en más de cuatro millones de euros respecto al año pasado.
La legalidad vigente obliga a los ayuntamientos a aprobar sus cuentas antes del 31 de diciembre del año anterior. Sin embargo, el Ayuntamiento de Alcalá vuelve a repetir la ya habitual costumbre de tramitar las cuentas a mitad de año, como consecuencia de la falta de previsión y trabajo de los responsables locales.
Si la ciudad carece de una planificación de su desarrollo económico, social y hasta urbanístico acorde a sus necesidades, la presentación del primer borrador del presupuesto para este año en el mes de abril no hace más que seguir agravando los problemas del Ayuntamiento y, por ende, de la gestión diaria de la ciudad.
Los presupuestos tienen una función muy concreta: planificar los gastos y los ingresos para conseguir la mejor gestión posible de los recursos públicos. Teniendo en cuenta esa premisa, no parece razonable ni lógico  empezar a ejecutar unas cuentas a mitad de año. Mucho menos si lo que se pretende con ellas es planificar el futuro de una ciudad.
Una muestra clara de la falta de previsión es, precisamente, la supresión de la partida de contingencias para posibles imprevistos. Esta supresión se sustenta en un requisito que, legalmente, la ciudad no cumple, pero que, de hecho, una ciudad de 75 000 habitantes debe considerar básica en su planificación económica. De poco sirve no contar con una partida de contingencias si, al final, serán necesarias tantas modificaciones de crédito como imprevistos se den en un año. Por eso, este anteproyecto de presupuestos, aunque resulte paradójico, podrá ser muchas cosas, pero no previsor.

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