¡Qué crujía! La guerra era la puntilla que faltaba para los bolsillos de las clases medias y bajas de este país. Para los curritos y las curritas que cada día se levantan bien temprano para llevarse un jornal a casa, para los estudiantes que encadenan una pandemia con una guerra y el futuro se les vuelve más negro, para los pensionistas y para las personas desempleadas.
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