La primavera parece ser la época propicia para las revoluciones contemporáneas de los pueblos oprimidos contra dictadores y caudillos. Hace ahora una década, la Primavera Árabe (2010-2012) zarandeó a muchos de estos gobernantes abusones y poderosos que se creían intocables. El clamor popular por una democracia derrocó a regímenes totalitarios en el mundo árabe. En Túnez y Egipto el pueblo dejó caer a los gobiernos, porque la sociedad tiene cierta capacidad de soportar la opresión, la pobreza, la incapacidad de sus gobernantes e incluso la tiranía. Pero todo tiene un límite. Y el límite llegó y se sobrepasó en primavera.
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