Cada quince días este periódico sale a la calle sin falta desde hace 32 años. En estos últimos he sido yo mismo el responsable de que esto sea así. Cumplir los plazos para mí es tan importante como elegir un buen titular o un buen enfoque para un reportaje. Los plazos son una dictadura, sí. Jodidas ataduras que nos imponemos o nos imponen para que no reine el caos. Son un coto a la libertad aceptado socialmente que a veces genera ansiedad y cuando estos plazos se cumplen en contra de todo pronóstico resulta incluso excitante. ¿Quién no ha entregado un trabajo académico en el último segundo? Que levante la mano quien nunca haya tenido la ITV caducada. ¿No habéis saltado de alegría cuando el Betis ha ganado un partido en el último segundo de la prórroga cuando todo apuntaba a fiasco? Más de una vez he pensado que el periódico no salía en tiempo y forma y siempre ha salido, no sin esfuerzo y una mijita de ansiedad.
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