Todo demócrata considera que un programa electoral es un contrato que un partido político y su candidato suscriben con los votantes. Incumplirlo pocos días después de las elecciones supone estafar a los ciudadanos. A veces surgen imponderables que obligan a modificar un programa. Una crisis económica que reduzca la recaudación, por ejemplo, justifica la adopción de medidas extraordinarias de austeridad no previstas.

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