Hace pocas semanas la policía detuvo en Alcalá a un hombre por asestar a otro varias puñaladas en un intento de robo. Lo interesante es que el arresto fue posible porque el apuñalador acompañó posteriormente al apuñalado a un centro médico para que este último fuese atendido de sus heridas. El hecho de socorrer a su víctima fue ciertamente un detalle por su parte, que nos invita a reflexionar sobre los límites porosos del Bien y del Mal. El gesto de auxilio no compensa el daño causado previamente con el cuchillo, pero sí nos permite pensar –si queremos– que el Mal no es una categoría absoluta, y que hasta el ser más descarriado tiene la capacidad de hacer cosas buenas. Es el yin y el yang: la complejidad del mundo, que aconseja ser prudentes en nuestros juicios, y no clasificar a los demás como ángeles o demonios.

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