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Durante la noche del pasado 20 de octubre, la ciudadanía alertaba sobre una gran cantidad de humo y un fuerte olor a plástico quemado proveniente del incendio de la chatarrería Ballesteros en el barrio de La Liebre. La nube de humo cargada de dioxinas, metales pesados y otros tóxicos procedentes de la quema de estos residuos, según la Plataforma contra la Incineración, «invadió las calles» de Alcalá «sin que el Ayuntamiento alertara a la ciudadanía, ni indicara unas directrices mínimas de autoprotección para la seguridad pública». Todo ello, advierten, «a pesar de que la exposición de estas partículas tóxicas puede provocar problemas respiratorios, picor de ojos y otras molestias a corto plazo y afecta al sistema inmunológico, reproductivo y respiratorio y son cancerígenas a largo plazo».
Recuerda la Plataforma que existe un Plan de Emergencia Municipal (PEM) que admite que «el principal peligro de las actividades industriales son las derivadas del almacenamiento y distribución de productos inflamables y combustibles tóxicos» y que «estos incendios pueden acabar en contaminaciones ambientales, derrames de productos tóxicos o escapes de gases a la atmósfera». Critican que «el gobierno se ha negado a poner un medidor de partículas en La Liebre», porque «cuanto menos registros controlen el abandono al que tiene sometida la salud de la población ante emisiones tóxicas, tanto mejor».
La Plataforma, que mantiene su lucha contra la incineración de residuos, lamenta la «indolencia» del gobierno y recuerda que se han producido ocho incendios en menos de cuatro años (2019-2022) en Alcalá y su entorno en empresas gestoras de residuos. Destacan que «todos los suelen tener las siguientes coincidencias: causa desconocida, lo aparatoso del incendio, que suele iniciarse al anochecer y que no tiene víctimas», dando a entender que son intencionados. «Ya nos gustaría que junto a estos se pusiera fin a la quema en tierra de nadie como Palmete, donde se quema de todo al aire libre sin que nadie mueva un dedo por velar porque respiremos un aire mínimamente saludable», ha dicho la Plataforma.
Ha añadido esta organización que «una semana más tarde, en la zona del instituto el aire apesta a plástico calcinado y los ojos lloran irritados coincidiendo con la llegada del anochecer. En el barrio de La Liebre se quejan también del olor insoportable que de un tiempo a esta parte se ha vuelto cotidiano».