Viñeta sobre el acento en «Guadaíra». Javier García

No todos los días un pueblo cambia de nombre. O al menos, la forma en que se escribe ese nombre. Desde hacía décadas, Alcalá soportaba una incomodidad similar a la de aquellas personas que son registradas con un apellido erróneo y, a cada instante, deben corregir la forma en que se dice. A Alcalá le ocurría lo mismo con Guadaíra. Sus vecinos la conocían así, con el acento en la «i»; pero no la gente de fuera, que pronunciaba Guadaira al leer el topónimo sin tilde. Existía una diferencia entre la fonética y la grafía, y en 2001 llegó el momento de normalizarlo ortográficamente.

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