Un almacén lleno de flores muertas es otra de las estampas tristes que representa la crisis del coronavirus. Sin llegar a ser tan trágica como la pérdida de vidas humanas que ha traído esta pandemia, supone sin embargo una ruina económica para negocios que dependen de las celebraciones tradicionales de estas fechas para subsistir.Las floristerías que suministran a hermandades y cultos de cuaresma son algunas de las empresas más afectadas por la suspensión de las procesiones a causa de la expansión del virus. Juan Carlos Rubio Galocha, de la alcalareña De Acanto y delegado de Interflora Andalucía, ha visto cómo la pandemia se llevaba por delante los meses más importantes del año para su negocio. «Es un palo económico tremendo», señala, «no son sólo los pasos, también los cultos de cuaresma, las compras de flores que hacen hermanos y fieles; a todo eso se añaden las comuniones y las bodas de estas fechas...». Desde Interflora han estimado en un porcentaje de entre el 50 y el 60% la pérdida económica que el nuevo panorama ha supuesto ya en las ganancias anuales de las floristerías.

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