Toñi García es una de las muchas auxiliares de ayuda a domicilio que hasta la llegada del coronavirus prestaba sus servicios a personas mayores en Alcalá. Tras decretarse el estado de alarma, a ella y a sus compañeras, les facilitaron mascarillas, desinfectantes y guantes. Aunque de ese material ya tenían existencias. «Estuve trabajando tres o cuatro días porque luego aplicaron los servicios mínimos, asistiendo a las personas más dependientes», explica esta trabajadora y añade que «a los que pueden estar con sus familias o valerse por ellos mismos no se les contempla dentro de los servicios mínimos». La mitad de la plantilla está en casa confinada, aunque de guardia «por si hay alguna urgencia o emergencia, o por si se produce alguna baja de la propia plantilla».

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