La mejor manera de solucionar un problema es hacerlo desaparecer. Esta lógica, que bien pudiera ser la de Vito Corleone en El Padrino, es la que ha usado el Ayuntamiento para darle solución a la farola rota del aparcamiento de la calle Perejil. Lo bueno, claro, es que muerto el perro se acabó la rabia. Lo malo, que la enfermedad proporcionaba un servicio público que ya no se puede disfrutar. Cabe esperar, la Delegación de Hábitat Urbano devuelva a su ubicación original la farola reparada y a ser posible en un breve espacio de tiempo. La farola llevaba en mal estado desde el paso de la borrasca Bernard por Alcalá, allá por el mes de octubre.

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