El lunes era el día de la compra en el pueblo para la semana. Por la mañana tomábamos el tren para Alcalá. Subíamos al vagón de tercera, sorteando los canastos de las estraperlistas de El Viso, Mairena y alguna de Carmona, hasta tomar asiento (Expectación, Cipriana de Viñas, Sixta, Conchita del Cura, Aguilita Calerón, Teodomiro, Guillermito, la Chofa…). Lentamente, tras los cristales de las ventanillas cubiertos de vaho, se iba quedando atrás la aldea. Un olor intenso hacía irrespirable la pesada atmósfera. Algunas estraperlistas que hacían sus negocios en Alcalá se apeaban con nosotros en la estación de San Francisco.
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