La percepción de mi madre era que a lo largo de la década de los años cincuenta, el jornal del campo poco a poco fue mejorando considerablemente. Sus recuerdos más antiguos arrancaban de jornales a 15, 18 y 21 pesetas entre finales de la década de 1940 y comienzos de la de 1950. Prefería referirse a la segunda mitad de la década cuando disponía de 40, 48 o 55 duros para echar la semana. En Navidad de 1959 volvimos a la ciudad. Mi padre siguió trabajando en Gandul, y mi madre se reincorporó al trabajo de los almacenes, en la sección del escogido. En el campo se continuaba cobrando por semanas, mientras en el almacén era al final de cada jornada.
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