Ese año el invierno llegó bastante lluvioso, por lo que me tocó vivir un auténtico calvario cuando contaba con siete años. Mi tata, todos los días después de almorzar, dormía sentada en la mesa camilla al calor de la lumbre mientras yo dormía la siesta.
CONTENIDO EXCLUSIVO
Hazte socio por sólo 3 euros al mes. Si eres socio y aún no tienes claves pídelas a socios@lavozdealcala.com.
Si ya eres socio inicia sesión