Hotel Pribaltiyskaya. Archivo Sandra Dugan

Llevaba una nota con la dirección del Pribaltiyskaya donde me habían aconsejado que me alojara. Preguntando cómo llegar entendí que estaba lejísimos de la estación de tren, así que decidí coger un taxi. Mientras buscaba uno, cuál no fue mi sorpresa al ver a la señora oronda y el hijo menudo que venían cargados de bolsas. Me reconocieron al momento y quisieron tomar conmigo algo. Yo ya había comido los bollos en el puestecillo y no tenía hambre, pero los llevé allí y nos sentamos en un banco cercano después de haber comprado una pequeña botella de vodka helada y envasada a granel. Ellos casi me obligaron a beber un vodka que tomaron como un aperitivo al almuerzo. A mí no me apetecía pero acabé tomando dos vasitos y no me sentaron mal.

CONTENIDO EXCLUSIVO

Hazte socio. Si ya lo eres y aún no tienes claves pídelas a socios@lavozdealcala.com

Si ya eres socio inicia sesión