La Biblioteca Editor José Manuel Lara acoge una exposición fotográfica sobre «La Desbandá» en homenaje a las cerca de 5000 personas bombardeadas en 1937 en su huida por una carretera andaluza. Las imágenes son propiedad del médico canadiense Norman Bethune y se podrán visitar hasta el próximo 17 de diciembre en el hall de la biblioteca.

El delegado municipal de Memoria Democrática, Christopher Rivas, ha señalado que con esta exposición «se rinde un homenaje a las víctimas para mantener su memoria y reivindicar los valores democráticos y la lucha del pueblo andaluz por sus libertades». Al mismo tiempo, ha animado a todas las personas que quieran conocer la historia de este fatídico suceso que se acerquen a visitarla.

«La Desbandá»

El 8 de febrero de 1937, tras la entrada de las tropas franquistas en Málaga, miles de republicanos, milicianos y civiles, huyeron de la ciudad y del terror que infundían las tropas levantadas contra la República. La huida la emprendieron por el único camino que les quedaba en su éxodo hacia Almería, que todavía estaba bajo el control de las fuerzas republicanas.

Una multitud de refugiados abarrotaban la carretera entre la montaña y la costa, camino de la ciudad, cuando fueron atacados por mar y tierra. Se calcula que miles de malagueños fueron bombardeados por buques franquistas con el apoyo de la aviación nazi mientras huían.

El camino se convirtió en un infierno bombardeado por el fuego de los barcos fascistas (buques Canarias, Baleares y Almirante Cervera) y ametrallado por los aviones alemanes e italianos. Pronto el camino se iba cubriendo de sangre y muerte, se fueron abandonando enseres y bultos, y pequeños y ancianos murieron en las cunetas.

El relato del médico Norman Bethune

El relato y documento gráfico del médico canadiense Norman Bethune, testigo de la masacre, permite acercar al visitante a ese suceso. Nada más conocer la noticia de lo que estaba ocurriendo, este médico viajó con su ambulancia desde Valencia a Málaga con su unidad de trasfusión de sangre para socorrer a la población civil que estaba siendo masacrada. En su diario anota: «Yacían hambrientos por los campos, moviéndose solamente para mordisquear alguna hierba, sedientos, vagando temblorosos sin rumbo entre los muertos».

En su relato El crimen de la carretera Málaga-Almería escribe: «Por entonces habíamos pasado al lado de tantas mujeres y niños afligidos que pensamos que lo mejor era volver y comenzar a poner a salvo los peores casos. Era difícil elegir cuales llevarse. Nuestro coche era asediado por una multitud de madres frenéticas y padres que, con los brazos extendidos, sujetaban hacia nosotros a sus hijos, que tenían los ojos y la cara hinchados y cogestionados tras cuatros días al sol y el polvo».

«“Llévense a este”, “miren a este niño” “éste está herido”. Los niños envueltos de brazos y piernas con harapos ensangrentados, sin zapatos, con los pies hinchados aumentados dos veces su tamaño, lloraban desconsolados de dolor, hambre y agotamiento. 200 kilómetros de miseria. Imagínense cuatro días y cuatro noches escondiéndose de día entre las colonias, ya que los bárbaros fascistas los perseguían con aviones; caminaban de noche agrupados en un sólido torrente de hombres, mujeres, niños, mulos, burros, cabras, gritando los nombres de sus familiares desaparecidos, perdidos entre la multitud».

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