Australia ha hecho lo que muchos países se han planteado pero ninguno se atreve a ejecutar: ha prohibido las redes sociales a menores de 16 años. La medida entró en vigor este mes, con multas millonarias para las plataformas incumplidoras, y es una respuesta al impacto nocivo de estas tecnologías en el desarrollo emocional de los más jóvenes. Hay un consenso bastante asentado entre investigadores, docentes y familias sobre la influencia de las redes en la salud mental. Una denuncia de hace cuatro años fue definitiva: la que realizó una ex empleada de Meta, Frances Haugen, que acusó a la compañía de conocer los efectos perjudiciales de Instagram en la salud mental de los menores y de no hacer nada para evitarlos.

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