«Ahora no toca», fue lo que dijo Podemos acerca de la comisión de investigación en el Congreso sobre las presuntas irregularidades financieras del rey emérito. Obviamente, lo más urgente e importe para el gobierno ha de ser luchar contra la pandemia. Y, en cualquier caso, es evidente que el coronavirus monopoliza la agenda política y mediática, aun a riesgo de generar otra epidemia de ansiedad por sobredosis de información. Pero, dicho esto, resulta muy poco convincente como excusa para evitar hablar del último escándalo financiero de Juan Carlos I. De la última de las golfadas conocida en la ya de por sí larga carrera de despropósitos y tropelías del padre de quien ahora representa la más poderosa e impune institución del Estado. De quien, en suma, lo fuera hasta hace apenas seis años y la representó durante casi cuarenta siendo por ello el monarca que más tiempo ha estado en el trono desde 1746.

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