Todo está tan vacío como lleno de incertidumbre y desazón. Todo, además, resulta testimonial porque nadie sabe con exactitud por qué está pasando. En busca de respuesta, recordé algunas lecturas que en su momento me parecieron útiles como prognosis social. Como si la literatura pudiera sobreponerse a la formidable y poderosa naturaleza... Teorías, como las basadas en la noción de «sociedad del riesgo», que alertaban, más que de las catástrofes por venir, sobre cómo la política del futuro fundamentalmente se basaría en la gestión del riesgo. Hipótesis enunciadas por autores de la talla y el predicamento de U. Beck, A. Guiddens o N. Luhmann, a mediados de los ochenta. Esto es, en los estertores de la Guerra Fría, coincidiendo con el accidente de Chernobyl, por lo que dieron pábulo a las predicciones de un horizonte de daños irreparables. 

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